La principal consecuencia de la Conquista de México consumada por los españoles en 1521 fue el mestizaje. Esta mezcla se dio en muy diversos aspectos: desde el más evidente del mestizaje racial, hasta muchas variantes del que podríamos llamar mestizaje cultural, de manera particular el que se refiere a las cocinas. En esta materia alimenticia no hubo conquista sino unión, matrimonio, suma y multiplicación.
Para comprender los alcances del mestizaje gastronómico hay que tener presente que cada uno de los dos elementos fundamentales —el indígena y el español— en realidad era un cúmulo de conocimiento más allá de lo azteca y lo ibero. La cocina española trajo a México buena parte de las tradiciones culinarias europeas, con una importante dosis de hábitos provenientes del norte de África; hay que recordar que apenas 30 años antes de la conquista de México, España a su vez había concluido ocho siglos de permanencia árabe o mora en su ámbito peninsular.
Nuestra diversidad cultural, pluriétnica, no podría ser un fenómeno repentino: es el desenlace actual de nuestra historia antigua. Aunque no es posible precisar alguna cifra de manera corroborada, se puede afirmar que en aquellos años de la conquista de Tenochtitlan , de seguro había en México más de cien grupos étnicos diferenciados; naciones indias, les llamban entonces. Cada etnia tenía sus propias costumbres gastronómicas, si bien con algunos patrones o troncos comunes que eran —y siguen siendo— el maíz , frijol y el chile.
“Hay quienes viven antes de la historia; otros, como los otomíes, desplazados por sucesivas invasiones, al margen de ella. Y sin acudir a estos extremos, varias épocas se enfrentan, se ignoran o se entredevoran sobre una misma tierra o separadas apenas por unos kilómetros. Bajo un mismo cielo, con héroes, costumbres, calendarios y nociones morales diferentes, viven ‘católicos de Pedro el Ermitaño y jacobinos de la Era Terciaria’”, escribió el poeta en el Laberinto de la Soledad.
Este 21 de mayo, en el marco de la conmemoración del Día Mundial de la Diversidad Cultural para el Diálogo y el Desarrollo –impulsado en 2001 por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) y declarado un año después por la Asamblea General de las Naciones Unida– se tiene como objeto, según la página oficial de la instancia, el ayudar a comprender el valor de la diversidad cultural, mejorar la convivencia, además de ser una oportunidad para profundizar las reflexiones sobre sus valores.
A propósito de esta fecha, el académico del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS) –perteneciente al Sistema de Centros Públicos de Investigación del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) –, Juan Briseño Guerrero, quien es asesor científico del Movimiento Nacional por la Diversidad Cultural de México (MNDCM), expuso el panorama que, de acuerdo a su trabajo de investigación que ha realizado a lo largo de 36 años, define la diversidad de los pueblos de México y su situación actual.
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La cultura de Mexico es realmente diversa: tanto en costumbres,lenguas, creencias, fiestas, contactos sociales, convivencia con los demas , pintura, musica, danza, vestimenta, comida, entre otros caracteristicas de las culturas de Mexico (de los cuales solo introduje en el blog las lenguas, danza, entre otros).
Lo importante es que todos los mexicanos las valoremos y tratemos de hacer conciencia en todos y todas, por lo que les pido que tratemos de que las culturas de Mexico no se olviden, sino al contrario hay que fortalecerlas y hacer que estas dejen de existir.
La cocina mexicana es reconocida como una de las principales del mundo, por los expertos de diversas nacionalidades. Al margen de gustos personales, ello tiene una explicación concreta y objetiva, pues en nuestro país se conjugan dos características sobresalientes: México tiene una situación privilegiada por su notable diversidad tanto natural como cultural, con un obvio reflejo en la riqueza culinaria.
En efecto, nuestro país ocupa el cuarto lugar entre los más importantes países megadiversos del mundo, por el número de especies vegetales y animales que alberga en su territorio (los primeros son Brasil, Colombia e Indonesia).
En paralelo, México es la segunda nación del planeta por su diversidad cultural (después de la India). Este parámetro deriva del número de lenguas vivas originarias que subsisten, pues el indicador lingüístico suele aceptarse como representativo de la cultura en general: cuando un pueblo conserva su idioma original, lo más probable es que mantenga la mayoría de las demás manifestaciones culturales que lo distinguen -tradiciones familiares y comunitarias, memoria histórica, religión, expresiones artísticas populares, música, gastronomía, etcétera-. (La India tiene 65 lenguas vivas idiomas tipificados como tales por los expertos, no dialectos, que son menos desarrollados, México tiene 62 y sigue China con 54).
Con la enorme cantidad de ingredientes de flora y fauna silvestre, amén de los cultivos, los numerosos pueblos de México dieron rienda suelta a su creatividad culinaria.
La diversidad proveniente de la población originaria se multiplicó con el mestizaje. Éste fue básicamente derivado de indias con españoles, enriquecido con nuestra tercera raíz: la sangre negra. A partir del siglo XIX se le agregan otros componentes de variado origen europeo y asiático. El mestizaje racial trajo consigo el cultural y dentro de él, de manera destacada, el mestizaje gastronómico.
Esta combinación de megadiversidad natural y cultural tiene un claro reflejo en la gastronomía: lo mismo tenemos pulque y nopales provenientes de agaves y cactáceas con frecuencia del semidesierto, que hongos y frutos de húmedos bosques; igual recibimos tamarindo y cocos de las feroces costas, que dátiles y nueces del árido norte; las selvas proveen abundante fauna para la subsistencia y no menos rico es el profundo Mar de Cortés pletórico de vida, en el otro extremo nacional y climático.
Y a ello se suma nuestra riqueza cultural, desde los yaquis del desierto hasta los nahuas del Altiplano, desde los tzotziles de frías y altas regiones boscosas hasta los mixtecos de secos entornos, en fin, desde los mazatecos inmersos en la niebla hasta los pames que viven expectantes a la espera de la lluvia.
México tiene un entorno natural megadiverso aprovechado con sabiduría por un mosaico de culturas asimismo de enorme diversidad